¿Qué pasó con las cabinas de teléfonos públicos?

Las cabinas telefónicas cayeron en desuso después de haber sido una de las formas de comunicación más eficaces en la década de los 80 y los 90; se les recuerda por las largas filas de personas que abarrotaban las banquetas para ser usados, y hoy en día, no son más que estatuas que se erigen silenciosas en las calles.
Los teléfonos públicos fueron esenciales para la comunicación humana, pues sentaron un precedente en cuando a accesibilidad y portabilidad de la comunicación se refiere; sus costos, su cercanía y su ubicación, los convirtieron en un símbolo de modernidad, que comenzó a desvanecerse durante la primera década del nuevo siglo.
La primera llamada telefónica en México se registró en septiembre de 1878, realizada entre México y Tlalpan, siendo ese mismo año el momento en que se instaló la primera línea de teléfono entre el Castillo de Chapultepec y el Palacio Nacional.
A partir de entonces, las redes de telégrafos y la telefonía fija se inmiscuyeron en la historia del país, siendo clave en momentos únicos, como la Revolución Mexicana, uno de los movimientos armados más importantes de la República, y cuyas victorias, derrotas al igual que estrategias, dependían de las comunicaciones por telégrafos y telefonía fija.
Ante la incesante necesidad de movilidad del ser humano, William Gray patentó en 1889 lo que se conoce como teléfono de alcancía, recibiendo este nombre gracias a su peculiar forma de funcionar, la cual consistía en insertar una moneda para poder realizar alguna llamada telefónica.
En México esta modalidad tuvo su auge a partir de 1980, donde las cabinas de teléfono público se habían instalado en lugares concurridos, como plazas, parques, edificios de gobierno, y sobretodo en zonas rurales donde la conexión se imposibilitaba, volviéndose así la única opción de tener contacto con el exterior.
¿Si bien su funcionamiento se basaba con cierta tarifa de dinero por tiempo, en México las empresas de telefonía expedían tarjetas prepago para que la ciudadanía pudiera realizar las llamadas con mayor comodidad.
A partir de la década de los 2000, los teléfonos públicos comenzaron a caer en declive, entre otras situaciones, por la llegada de la telefonía celular, aparatos que por su practicidad y funciones extras, fueron desplazando a las cabinas de teléfono hasta que estas se volvieron obsoletas, ya que el mantenimiento así como el vandalismo, vuelven poco rentables el seguir conservándolas en funcionamiento.
Un brinco a la nostalgia nos recuerda la evolución que se ha realizado en materia de innovación y tecnología en tan poco tiempo, recordándonos que incluso la sofisticación de hoy, pronto quedará desfasada ante la modernidad que se perfila para el futuro.