El fantasma del narco terrorismo sobre México
Ciudad de México.- En un contexto de creciente violencia, México enfrenta una delicada discusión: ¿la brutalidad del crimen organizado en el país debe clasificarse como terrorismo? Dos coches bomba en Guanajuato, la decapitación del alcalde de Chilpancingo en Guerrero y cadáveres descuartizados exhibidos públicamente han reavivado el debate sobre si los carteles de la droga actúan con métodos propios de organizaciones terroristas.
Esta discusión no es meramente semántica; tiene implicaciones de gran alcance, especialmente considerando la cercanía de las elecciones en Estados Unidos y la posible reelección de Donald Trump, quien ha promovido catalogar a los carteles como grupos terroristas, lo que podría justificar una intervención estadounidense en México.
Los especialistas discrepan sobre si el concepto de terrorismo aplica para describir la narcoviolencia en México.
Mauricio Meschoulam, internacionalista especializado en el tema, sugiere el término “cuasiterrorismo” para describir los métodos del crimen organizado, argumentando que estos grupos no buscan tomar el poder político, sino imponer su dominio y generar terror para facilitar sus actividades. “No es sólo la violencia, es el uso de una estrategia de comunicación que busca efectos psicosociales como la desesperanza y la desconfianza en el Gobierno”, comenta, quien subraya la sofisticación creciente en la brutalidad de los carteles.
Por otro lado, David Saucedo, analista de seguridad, afirma que la violencia del narco ha evolucionado hacia lo que considera “narcoterrorismo”, pues busca intimidar a la población y difundir miedo a través de medios masivos. Saucedo sostiene que la explosión de coches bomba en Guanajuato es un claro ejemplo de tácticas empleadas por grupos terroristas en otras regiones del mundo.
El uso del término “terrorismo” implica consecuencias políticas significativas y es utilizado de manera estratégica en la relación entre México y Estados Unidos.
Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum descarta que los ataques de los carteles puedan considerarse actos de terrorismo, en la oposición y en el Partido Republicano estadounidense el término es adoptado con mayor frecuencia. Trump y algunos sectores conservadores de Estados Unidos buscan justificar medidas más agresivas contra el crimen organizado en México, y la clasificación de los carteles como grupos terroristas podría abrir la puerta a intervenciones militares unilaterales.
No es la primera vez que Estados Unidos utiliza el terrorismo como argumento para reforzar sus políticas de seguridad y migración. Desde 2019, cuando Trump amagó con designar a los carteles mexicanos como terroristas, el tema ha estado presente en la agenda bilateral. Con las elecciones de 2024 en puerta, la retórica se ha intensificado; exfuncionarios estadounidenses como Christopher Landau, exembajador en México, advierten sobre el riesgo de que terroristas puedan cruzar la frontera sur, insinuando la necesidad de un control fronterizo más estricto.
Un endurecimiento de la política estadounidense hacia México en el combate al narcotráfico podría ser inevitable, gane quien gane las próximas elecciones en Estados Unidos. Según el analista Jorge Schiavon, esta posibilidad explica la cautela del Gobierno mexicano al abordar el término terrorismo. La administración de Sheinbaum evita dar pretextos para una intervención, mientras que la oposición mexicana, en un intento por presionar políticamente, se muestra más abierta a una colaboración amplia y estructurada con Estados Unidos.
En tanto, la amenaza de vinculación entre carteles y organizaciones terroristas extranjeras como el Estado Islámico ha encendido las alarmas. Casos como el decomiso de captagón en Italia, vinculado a ISIS, ilustran el interés de estos grupos por colaborar en mercados ilícitos de drogas, una posibilidad que incrementa las preocupaciones de Estados Unidos y suma argumentos para endurecer el control en la frontera sur.
México, por su parte, continúa enfrentando la violencia con estrategias que son constantemente criticadas por la falta de resultados. La administración actual busca mantener su autonomía y rechaza cualquier intervención directa en su territorio, pero el uso de métodos de terror por parte de los carteles sigue planteando preguntas difíciles. Mientras el país intenta definir el tipo de violencia que lo sacude, el fantasma del narcoterrorismo, con sus implicaciones para la soberanía nacional y la seguridad, sigue latente en la relación con Estados Unidos.