En EEUU y México, la política y violencia siempre han sido una mezcla tóxica
Tras el intento de asesinato del expresidente Donald Trump, el país sigue en conmoción y se pregunta qué podría pasar a continuación. Políticos de ambos partidos han compartido su opinión sobre cómo la retórica política es cada vez más acalorada en los Estados Unidos, a medida que se acercan las elecciones de noviembre.
Algunos republicanos recurrieron a las redes sociales para criticar al presidente Joe Biden después del tiroteo, citando su reciente declaración de “es tiempo de poner a Trump en el blanco de tiro”, y culpando al discurso demócrata que retrata al expresidente como una amenaza a la democracia. Los demócratas condenaron la violencia política mientras cientos se congregaron en Milwaukee frente a la Convención Nacional Republicana para protestar contra la agenda propuesta por Trump para un segundo mandato.
El tiroteo es un síntoma de inestabilidad política que sigue una tendencia global, algo que México y otros países vecinos al sur de Estados Unidos han experimentado aún más ferozmente.
“Varias elecciones en este último período electoral en todo el continente han tenido un tinte de violencia”, comentó Arturo Espinosa Silis, profesor de derecho electoral y constitucional en la Universidad Panamericana de la Ciudad de México y director del Laboratorio de Ideas Electorales.
México no solo tuvo las elecciones más violentas de su historia durante este ciclo, afirmó, sino que Guatemala y Ecuador soportaron climas electorales similares en el 2023, que finalmente resultaron en el asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio días antes de las elecciones.
“Estados Unidos se suma ahora a nuestras filas y no podemos normalizar esto”, lamentó.
Democracia en decadencia y conflictos crecientes en todo el mundo
El mundo se ha vuelto menos estable en las últimas dos décadas, con importantes aumentos de los conflictos internos y manifestaciones violentas, especialmente en América del Norte.
De todas las regiones del mundo, aquí se registró el mayor retroceso, según el Índice de Paz Global 2024, y Estados Unidos registró la mayor caída en la paz debido al aumento de los ataques y tiroteos masivos por motivos políticos, que provocaron 22 muertes en el 2023.
En Estados Unidos, la satisfacción con el estado de la democracia del país cayó 10 puntos porcentuales desde el 2021, pasando del 41 por ciento en el 2021 al 31 por ciento en el 2024, según una encuesta reciente de Pew Research. De 31 países encuestados en primavera, Estados Unidos se encontraba entre los cinco países menos satisfechos con la forma en que funcionaba la democracia internamente.
Con 72 países celebrando 97 elecciones para cargos ejecutivos y legislativos, el 2024 será una prueba de resistencia para la democracia a nivel mundial. Este año, los electores votarán representando a casi la mitad de la población humana: Estados Unidos y México representan 333 y 128 millones, respectivamente, de este lado del Atlántico.
Históricamente, Estados Unidos y México han lidiado con malestar político y violencia que reflejan tensiones y divisiones profundamente arraigadas que se remontan a siglos atrás.
Las elecciones más violentas en México en la historia moderna
México es uno de los lugares más peligrosos del mundo para ser político, y el proceso electoral 2023-2024 en México ha sido el más violento de la historia moderna.
Desde septiembre del 2023 hasta el día de las elecciones, Integralia Consultores documentó 889 víctimas de violencia política en todo el país, incluido el asesinato de 39 candidatos. Las víctimas de violencia política aumentaron un 197.3 por ciento en comparación con el 2021 y un 132.7 por ciento en comparación con el 2018.
Una encuesta reciente encontró que México tiene uno de los números más altos de asesinatos por motivos políticos a nivel mundial, con 51 asesinatos de figuras políticas en el 2020 y 171 en el 2023.
En la historia del país, tres presidentes mexicanos y un candidato presidencial han sido asesinados. Francisco I. Madero y Venustiano Carranza fueron asesinados en 1913 y 1920, respectivamente, mientras estaban en el cargo, mientras que Álvaro Obregón fue asesinado en 1928 después de ser reelegido para un segundo mandato presidencial.
One of the images that amazed me when I was starting out in photojournalism was an assassination photo in the San Diego Union-Tribune of Mexican politician Luis Donaldo Colosio on the streets of Tijuana. It was made from an angle similar to this photo, and instead of a horrible moment, this photo of Tina Hill Woods, crying as she kneeled by son George Hill who had just been drafted to the NBA in 2008, was pure joy.
Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI que se esperaba ganara la carrera presidencial de 1994, fue asesinado a tiros en un mitin de campaña.
Pero la violencia política en México afecta desproporcionadamente a los gobiernos locales. Más de las tres cuartas partes de los ataques contra candidatos se produjeron a nivel municipal, y el 92 por ciento de los candidatos asesinados buscaban un puesto electoral a este nivel, principalmente cargos de presidente municipal. Los ataques contra individuos a nivel federal han sido los menos comunes.
Una razón para centrarse en los funcionarios locales es que los grupos de crimen organizado consideran que el control a nivel municipal es clave para la influencia territorial. También se sabe que grupos del crimen organizado financian campañas de candidatos amigos de sus causas. Los candidatos y políticos a nivel municipal también son más vulnerables a la violencia porque sus fuerzas de seguridad suelen estar menos equipadas para combatir agresores fuertemente armados.
“Gran parte de esta violencia contra los políticos no se debe a razones electorales, sino por poder, poder financiero, sobre quién podrá administrar esos recursos destinados a proyectos públicos a nivel municipal”, aseguró Alfredo Estrada Caravantes, abogado y profesor de derecho en CETYS Universidad en Tijuana, México.
Según Estrada Caravantes, algunas organizaciones del crimen organizado en México buscan acuerdos con candidatos que probablemente obtengan cargos municipales ofreciéndoles financiar sus campañas. Si aceptan, y una vez victoriosos, los políticos acuerdan designar a personas de la organización criminal para cargos en los que se administran los recursos gubernamentales.
A veces los candidatos están de acuerdo y otras no. Y cuando las administraciones actuales colaboran, las organizaciones criminales esperan que los funcionarios entrantes hagan lo mismo.
“Si el candidato que se espera gane no acepta la donación, esto le indica que probablemente no querrá colaborar con él”, explicó Estrada Caravantes. “En algunos casos los amenazan o los sacan. La famosa ‘plata o plomo'”, en referencia a un dicho mexicano que se traduce como dinero o balas, que significa pagar con dinero o con la vida.
El representante federal Greg Stanton, demócrata por Arizona, señaló que es fundamental para las relaciones de Estados Unidos con México mitigar el grado en que los cárteles de la droga tienen influencia sobre el país, especialmente en las zonas rurales. Es algo que corresponde al gobierno federal recuperar el control, dijo.
“Mientras México hace esto, Estados Unidos debe apoyar lo más posible sus esfuerzos”, destacó Stanton. “Eso sería parte de una política de seguridad integral en América del Norte donde apoyaremos los esfuerzos del gobierno mexicano para acabar con estos cárteles porque el nivel de violencia que vimos en estas últimas elecciones, particularmente a nivel municipal, no es aceptable”.
Mexican drug trafficker Joaquin Guzman Loera aka “el Chapo Guzman” (C), is escorted by marines as he is presented to the press on February 22, 2014 in Mexico City. The Sinaloa cartel leader – the most wanted by US and Mexican anti-drug agencies – was arrested early this morning by Mexican marines at a resort in Mazatlan, northern Mexico. AFP PHOTO/Alfredo Estrella (Photo by Alfredo ESTRELLA / AFP) (Photo by ALFREDO ESTRELLA/AFP via Getty Images)
México: Una nación presa del crimen organizado
México ocupa el tercer lugar a nivel mundial en el Índice Global de Crimen Organizado. Las organizaciones narcotraficantes mexicanas dominan el mercado de heroína de Estados Unidos y, en los últimos años, han centrado su atención en el fentanilo, que es más barato de producir.
Sonora, el estado mexicano vecino con la frontera más grande compartida con Arizona, experimentó un aumento de casi el 20 por ciento en el crimen organizado en el 2023. Sonora es a menudo escenario de violencia de cárteles porque su ubicación geográfica ofrece un camino directo para el tráfico de drogas hacia los Estados Unidos.
Chihuahua y Baja California, que también comparten frontera con Arizona a ambos lados de Sonora, también se encuentran entre los estados menos pacíficos del país, ocupando este último el penúltimo lugar en el Índice de Paz de México (IPM).
El aumento de la violencia política coincide con una creciente división política entre partidos. La brecha en los índices de aprobación del gobierno federal entre los ciudadanos que se identifican como de izquierda en México y los que se identifican como de derecha casi se ha cuadruplicado en las últimas dos décadas, pasando de una diferencia de 21 puntos en el 2002 a 83 puntos porcentuales en el 2020, según el IPM.
El flujo entrante de drogas ha sido un tema de discusión cada vez más importante para los políticos de ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos, especialmente en lo que se refiere al fentanilo, la droga más letal en Arizona. Causa el 60 por ciento de todas las muertes relacionadas con las drogas en el estado, según Jeff Johnston, médico forense en jefe del Condado Maricopa.
En junio, la Legislatura de Arizona aprobó la Resolución Concurrente 2060 de la Cámara de Representantes, denominada ‘Ley de Frontera Segura’, que, entre otras medidas, busca frenar el flujo de fentanilo hacia el estado, convirtiendo su venta en un delito grave de Clase 2 si resulta en la muerte de otra persona.
La propuesta, remitida a la votación del 5 de noviembre por la Legislatura, está siendo impugnada en los tribunales por opositores que argumentan que el paquete viola la regla de un solo sujeto al combinar la disposición sobre drogas, entre otras, con medidas relacionadas con la inmigración.
Transiciones políticas trascendentales empañadas por la violencia
El reciente repunte de la violencia no es nuevo. Desde que México declaró su independencia de España en 1810, su panorama político se ha caracterizado por la violencia.
Después de la Guerra de Independencia llegó una época de conflicto continuo entre los monárquicos que rechazaban el cambio y los liberales que buscaban cimentar una identidad nacional, además de las intervenciones extranjeras. Un siglo después, la Revolución Mexicana en la primera parte del siglo XX provocó levantamientos militares y guerrilleros en busca de un gobierno estable, seguidos de 70 años de dictadura ininterrumpida por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Cuando el puesto ejecutivo del país cambió de manos al Partido Acción Nacional (PAN) con el presidente Vicente Fox en el 2000, México comenzó su descenso hacia la ahora furiosa guerra contra las drogas que definió la presidencia de Felipe Calderón. Casi 180 funcionarios locales fueron asesinados entre el 2004 y el 2018. Entre 2007 y 2017, más de 150 mil personas fueron asesinadas y 28 mil desaparecieron en relación con la lucha contra el crimen organizado.
El pasado 2 de junio, México hizo historia al elegir a su primera mujer presidenta, Claudia Sheinbaum, y a un número sin precedentes de mujeres para cargos públicos a nivel estatal. Las elecciones también resultaron en una supermayoría para el partido de izquierda gobernante, Morena. Sheinbaum y su predecesor representan un giro hacia la izquierda para el país.
El actual jefe de estado, Andrés Manuel López Obrador, ha intentado en repetidas ocasiones disolver el organismo autónomo que supervisa las elecciones, el Instituto Nacional Electoral (INE), y devolvería sus funciones a las agencias estatales. Muchos temen que este tipo de reforma pueda socavar aún más una democracia mexicana que ya sufre las consecuencias de otorgar poder a agencias estatales, vulnerables a la corrupción.
Mexico’s President Andres Manuel Lopez Obrador gestures after voting as he walks with his wife Beatriz Gutierrez Muller during the general election, in Mexico City, Mexico, on June 2, 2024.
Estados Unidos: Creciente malestar social y polarización política
En Estados Unidos, el intento de asesinato de Trump provocó conmociones en una nación polarizada que ha visto un aumento del extremismo radical en las últimas tres décadas, marcado por el ataque al Capitolio de Estados Unidos del 6 de enero del 2021.
Las protestas políticas han extendido la disidencia por todo el país después de la insurrección. El Monitor de Crisis de Estados Unidos, encargado de rastrear la violencia política interna desde el 2020, registró 869 eventos de grupos de extrema derecha durante el año pasado, incluidas 189 protestas, 5 disturbios y 3 casos violentos contra civiles. En Arizona ha habido 327 eventos de este tipo en este período, incluidas 23 protestas y 1 motín.
Desde julio del 2023, ha habido 204 manifestaciones a favor de Trump y contra Biden y 2 disturbios en todo el país, y 62 manifestaciones a favor de Biden y contra Trump y 1 disturbio, según Crisis Monitor.
Una nueva encuesta de Reuters/Ipsos encontró que dos tercios de los estadounidenses estaban preocupados de que los disturbios políticos puedan seguir tras las elecciones del próximo 5 de noviembre, lo que llevaría a una repetición de los disturbios que siguieron a la derrota de Trump en el 2020. Al 68 por ciento de los encuestados les preocupaba que el extremismo resultara en violencia. De manera similar, una encuesta de Bloomberg News/Morning Consult encontró que la mitad de los votantes en los estados indecisos estaban preocupados por la violencia en torno a las próximas elecciones.
Históricamente, una deriva etnocéntrica agravada por los privilegios sociales
La violencia política en Estados Unidos se ha combinado con la raza, el origen étnico, la religión y el estatus migratorio desde el siglo XIX. Desde 1835, ha habido 14 intentos de asesinato de presidentes en Estados Unidos, cuatro de ellos asesinados y otros tres sobrevivieron el ataque de arma de fuego.
Las diferencias entre los protestantes blancos y los inmigrantes católicos irlandeses e italianos definieron en gran medida la división política en las ciudades en los primeros años del país. Pero las tensiones por la posible liberación de las personas esclavizadas en el Sur eclipsaron todas las demás divisiones, lo que llevó a la Guerra Civil en 1861 y al asesinato de Lincoln cuatro años después. Una vez en vigor, la Decimotercera Enmienda hizo poco para reparar la brecha entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos.
El asesinato del presidente James Garfield en 1881 fue tan revelador de la cultura política de la época como la de Lincoln. Un “sistema de botín” definió la política estadounidense durante ese período, y la negativa de Garfield a nombrar a su agresor para un puesto codiciado finalmente condujo a su muerte.
A principios de siglo, Estados Unidos se estaba convirtiendo en un titán industrial, y un autoproclamado anarquista e inmigrante polaco de primera generación disparó y mató al presidente William McKinley en nombre de la liberación de una sociedad oprimida.
A medida que la influencia estadounidense crecía después de dos guerras mundiales, el país entró en una era de prosperidad económica y dominio militar. La década de 1960 estuvo marcada por los esfuerzos internacionales para contener la expansión del comunismo y silenciar las crecientes demandas raciales en el país. El asesinato del presidente John F. Kennedy tuvo lugar en medio de estas disputas.
En las décadas de 1960 y 1970, los grupos de extrema izquierda que abogaban contra la guerra y por la justicia social, las causas ambientales y los derechos de los animales estuvieron a la vanguardia de los violentos disturbios contra los poderosos.
Luego, el péndulo comenzó a oscilar en sentido contrario, dando lugar a facciones supremacistas blancas y fuerzas de milicias que apuntaban a poblaciones minoritarias.
Una creciente división entre partidos
A finales del siglo XX, las líneas partidistas en Estados Unidos estaban más extendidas entre múltiples grupos de identidad. Hoy hay una mayor homogeneidad. Aquellos que se inclinan por los demócratas generalmente viven en ciudades y es más probable que sean personas de color, mujeres y sin afiliación religiosa. Un mayor número de votantes blancos y cristianos se inclinan por los republicanos, así como entre los que viven en los suburbios y las zonas rurales.
Según la Encuesta de Perspectivas Estadounidenses del 2021, los republicanos cristianos evangélicos parecen estar entre los subgrupos más propensos a la violencia y al pensamiento conspirativo, como Q-Anon, que afirma que los políticos demócratas y las élites de Hollywood pertenecen a una secta satánica clandestina que conspira para derrocar al cristianismo.
Los sectores de la población estadounidense que sienten una sensación de amenaza racial y abrazan la hostilidad hacia las mujeres también parecen ser particularmente propensos a la violencia política.
Una encuesta del 2020 encontró que la mayoría de los encuestados republicanos estaban de acuerdo en que el “estilo de vida tradicional estadounidense” estaba desapareciendo y que sería necesario utilizar la fuerza para salvarlo. Más del 40 por ciento también estuvo de acuerdo en que llegaría el momento de que los estadounidenses “tomen la justicia en sus propias manos”.
Una encuesta de Pew Research del 2016 encontró que ocho de cada diez republicanos dijeron que el dominio del idioma era un requisito muy importante para ser verdaderamente estadounidense, y el 60 por ciento dijo que los “verdaderos” estadounidenses también deberían compartir la cultura estadounidense. El 61 por ciento y el 38 por ciento de los demócratas estuvieron de acuerdo con estas afirmaciones, respectivamente. La identidad cristiana también mostró claras líneas partidistas: más del 40 por ciento de los republicanos dijeron que era una parte importante de ser estadounidense. Menos del 30 por ciento de los demócratas estuvieron de acuerdo.
En Estados Unidos, el antagonismo hacia los grupos étnicos es un fuerte predictor del sentimiento antidemocrático. Entre las ideas más unificadoras de la derecha política se encuentra la promesa de salvaguardar una forma de vida, que ha encendido el fuego bajo los insurrectos.
El deterioro de la democracia y un delicado equilibrio político
La creciente violencia política en Estados Unidos y México sigue tendencias globales que señalan la decadencia de la confianza en la democracia y las estructuras que la sustentan. Si bien la trayectoria de cada país refleja su historia y cultura distintivas, los disturbios durante este año electoral resaltan un delicado equilibrio de poder tanto en Estados Unidos como en México.
En México, la reciente violencia electoral tiene como objetivo delinear el control territorial y político por parte de las organizaciones del crimen organizado. En Estados Unidos, las ideologías extremistas han sido el rasgo distintivo de las manifestaciones, los disturbios y la violencia.
La inmigración, que es el núcleo de la carrera presidencial estadounidense, sigue siendo un hilo conductor entre los dos países.
Cuando se cuenten todos los votos, los dos jefes de estado entrantes tendrán que afrontar las consecuencias de los resultados electorales y el deterioro de las instituciones que sostienen sus respectivas democracias.
“Debería preocuparnos mucho que se esté normalizando que las elecciones se realicen en un contexto de violencia. Esto no debería ser permisible en las democracias, y los gobiernos y autoridades electorales deben tomar acciones sólidas”, expuso Espinosa Silis profesora de la Universidad Panamericana.
Los países que han visto un aumento en las amenazas y ataques deben abordar las causas, que son variadas y se deben en parte a una creciente polarización, explicó.
“Trump ha liderado con un discurso polarizador y confrontativo; Andrés Manuel López Obrador también lo ha hecho. Lo mismo ocurre con (el expresidente de Brasil) Jair Bolsonaro y (el presidente de Colombia) Gustavo Petro”, afirmó. “Cada vez hay más políticos con el mismo estilo de polarización que conduce a una narrativa que divide en lugar de unir, y este es un problema grave”.