Escuchar historias de nuestros abuelos beneficia su memoria y salud emocional

Un día a finales del 2024, mi abuela de casi 90 años quiso regresar a su “aldea”: ese pequeño pueblo que la vio crecer en Comitán, Chiapas. La ubicación exacta es un enigma para quienes no hemos ido, pues su ancestral memoria ya no da para precisarla; pero sí recuerda cada sendero del cerro, la familia que aún reside ahí y los días de cocinar tamales con la cosecha de esa mañana.
La historia de mi abuela caminando entre el bosque y escalando colinas, apoyándose sólo de una vara, me dejó perpleja, considerando que en la ciudad camina con bastón y a veces prefiere quedarse sentada en el carro antes que dar una vuelta a la plaza. Parecía que me hablaban de otra persona; alguien que encontró vitalidad y fuerza en la tierra y el maíz.
Aunque esto pareciera ser sólo un evento o una reacción aislada, su principio está sustentado en la técnica de reminiscencia: una terapia que trabaja directamente con los recuerdos y la nostalgia para, entre otros beneficios, evitar la demencia en la vejez.
La vejez es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar demencia. De acuerdo con la OMS, la posibilidad de presentar este padecimiento se incrementa de forma exponencial entre los 65 y 85 años, alcanzando un 25% en mayores de 85 años.
De ahí que resulta esencial prevenirla tempranamente con actividades para mantener activa la memoria de la o el adulto mayor; mucho mejor si es mediante tratamientos no farmacológicos, justo como lo es la terapia de reminiscencia.
Este proceso, usualmente acompañado por un profesional de la salud mental o cuidador, consiste en recordar y reflexionar sobre las experiencias pasadas o momentos importantes, a través de fotografías, objetos, música y otros elementos sensoriales. Un ejemplo cercano a ello— puesto que no se muestra como parte de una terapia— está en los últimos minutos de la película de Disney “Coco”, cuando Mamá Coco reacciona a la canción “Recuérdame” que su bisnieto, Miguel, tocó en su guitarra.
Pero aún con su popularidad, su eficacia ha sido centro de discusiones, pues algunos estudios no han identificado avances significativos en los pacientes. Aunque otros más han registrado ventajas no sólo para el bienestar de esta población, también en la de pacientes paliativos.
Esta enfermedad tiende a manifestarse en la población de tercera edad, en diferentes tipos: Alzheimer (la más común), demencia frontotemporal, demencia con cuerpos de Lewy, demencia vascular y demencia mixta. Sin embargo, no es una condición normal del envejecimiento, por lo que también hay personas que viven hasta los 90 años o más sin mostrar ningún signo de demencia.
¿Cómo son los ejercicios de reminiscencia y cuáles son sus beneficios?
Las terapias pueden ser grupales o individuales. En la práctica, algunos programas incluyen actividades creativas, como la escritura de relatos o la creación de álbumes de recortes o pláticas en grupo para compartir experiencias pasadas.
“Independientemente de la metodología, el objetivo es el mismo: utilizar el poder de los recuerdos para mejorar el bienestar emocional y fomentar la conexión social”, señala Mónica Johana Reina en su artículo La terapia de reminiscencia en los cuidados paliativos.
Incluso varios blogs de internet ofrecen alternativas de ejercicios para aplicar en casa: pequeños “cuestionarios casuales” en los que se pregunten por acontecimientos familiares, juegos de la infancia, mascotas o aficiones; escribir las memorias en un cuaderno o armar “cajas de recuerdos”— tipo cápsulas del tiempo— con fotografías, trofeos, vinilos y otros productos del pasado.
Estas actividades conllevan diversos beneficios a la salud de la persona, como disminuir los niveles de depresión, reforzar el sentido de identidad y de la vida, así como el de socialización, e incluso eliminar las ideas negativas recurrentes. Otros más que varios estudios han identificado son:
Incremento de la sensación de bienestar
Aumento de autoestima
Aumento de las relaciones interpersonales
Reducción de conductas problemáticas
Ralentizar el deterioro cognitivo
Orientación sobre la manera en cómo deben vivir sus vidas
Aceptación de la muerte
En casos de indicios de demencia los avances pueden variar según el nivel de deterioro. De ahí que la psicóloga Karen González-Arévalo propone tomar en cuenta la condición mental del paciente para determinar la ejecución, duración y la evaluación de los resultados. Asimismo, y al considerar que este proceso se basa en la confianza, señala la necesidad de incluir una etapa previa de acercamiento entre el facilitador del grupo y los participantes.
Y ante este espectro tan amplio de perfiles y personas es que en un artículo de los psicólogos Amparo Sanabria y David Peris se establecieron tres tipos de terapias: la primera, la “reminiscencia simple” que está focalizada en comunicar recuerdos positivos; la segunda, la “revisión de vida” que abarcan en pensamiento positivos y negativos para lograr mayor autoconciencia, y la tercera, la “reminiscencia integradora” para reestructurar los recuerdos negativos en positivos y, de ese modo, mejorar la perspectiva de vida del adulto mayor.
Por otro lado, si el paciente se encuentra en cuidados paliativos, la terapia adquiere un rol mucho más esencial: no sólo ayuda a encontrar un significado y propósito en su vida, también fomenta la conexión emocional con sus seres queridos. “Reflexionar sobre experiencias pasadas puede ser un mecanismo de afrontamiento frente a la angustia emocional asociada a enfermedades terminales”, sostiene Mónica Johana Reina en su texto La Terapia de Reminiscencia en los Cuidados Paliativos.
Los beneficios de la reminiscencia durante este proceso también son variados: reduce los síntomas de angustia, depresión y ansiedad; los pacientes adquieren más sensación de paz; alivia sentimientos de desesperanza y soledad; permite dejar un legado emocional valioso a sus familiares, entre varios más.